Por: Manuela Siegfried
Guía, Mentora y Formadora certificada de terapia de bosque por la AssociationofNature and Forest Therapy
Hace aproximadamente 250 años, la mayoría de los humanos vivíamos en zonas rurales, trabajábamos la tierra, cultivábamos nuestros alimentos, teníamos animales, teníamos más contacto con la Tierra y con la naturaleza.
Con el inicio de la Revolución Industrial, vino también un cambio importante en nuestros estilos de vida. Pasamos de una economía rural basada sobre todo en el comercio y la agricultura, a una economía urbana, industrializada y mecanizada. Los trabajos realizados anteriormente de forma manual y con ayuda de animales, se automatizaron en grandes fábricas acelerando el tiempo de producción y eficiencia. Como las fuentes de trabajo estaban mayormente en las ciudades, las personas empezaron a migrar del campo a la ciudad y hubo también una explosión demográfica.
Es aquí donde inicia la separación entre humanos y naturaleza y conforme van pasando los años y la tecnología también se va modernizando, la desconexión se hace cada vez más evidente.
Pasamos de estar en contacto con la tierra, el aire puro, los animales, los bosques, el agua prácticamente todos los días a estar en ciudades, concreto, a estar expuestos a contaminación del aire, agua, ruido, pantallas…. Y todo esto en un poco más de 200 años.
200 años evolutivamente hablando no es nada…. Es el 0.1% de nuestro tiempo como seres humanos sobre la Tierra. Nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro están programadas para estar en la naturaleza… el cambio fue demasiado abrupto. Esta separación de la naturaleza causa un stress inconsciente en las personas, es como si nos sacaran de la noche a la mañana de nuestras casas, de nuestro hogar y nos pusieran en un ambiente completamente distinto
Cuando comenzó la era de la información (inicios de los años 80), esta separación se agravó aun mas.
Países como Japón experimentaron un pico de enfermedades autoinmunes y cancer y cuando el gobierno estudió las causas se dieron cuenta que el comportamiento de sus habitantes había cambiado y que estaban pasando muchas horas dentro de oficinas, en grandes ciudades y cada vez menos tiempo en la naturaleza. A raíz de esto se dieron a la tarea de estudiar los beneficios de la naturaleza sobre el ser humano y se dieron cuenta de la gran variedad de beneficios a nivel físico, mental y emocional puede tener estar en contacto con la naturaleza. Algunos de estos beneficios son: reducción de las hormonas del estrés, aumento del funcionamiento del sistema inmune, regulación de la presión arterial, mayor concentración, mejor estado de ánimo, menos síntomas de depresión y ansiedad.
Ahí nació el ShinrinYoku, traducido literalmente Baño de bosque, Shinrin significa bosque y Yoku baño. Es un paseo lento y relajado por un área natural donde conectamos con el bosque a través de nuestros sentidos. En japón existen alrededor de 60 senderos certificados y lo practican una gran cantidad de personas.
En los últimos 4 años esta práctica se ha popularizado enormemente en el Mundo Occidental. La terapia de bosque no solo se trata de recibir los beneficios del bosque anteriormente mencionados, sino también reducir esa separación entre humanos y naturaleza, de ayudarle a las personas a recordar esa relación única, personal e íntima que solíamos tener con ella hace no mucho tiempo.
Los estímulos que recibimos a través de nuestros sentidos, disparan reacciones emocionales en nosotros, las emociones no pasan a través de nuestra cabeza, yo no puedo pensar lógicamente que voy a amar a alguien, es simplemente algo que sucede.
Al volver a conectarnos de esta forma con nuestro entorno natural, al recordar nuestra relación, al conocer la naturaleza de esta forma, le tomamos cariño, le tenemos amor y por ende deseamos protegerla.
La terapia de bosque por ende es una relación recíproca, los humanos recibimos los beneficios de estar en el bosque de acercarnos nuevamente a la naturaleza y la naturaleza recibe nuestro cariño, aprecio y protección. Se podría decir que la terapia de bosque es una práctica de bienestar tanto para humanos como para la naturaleza. El efecto colateral que tiene estar inmersos en el bosque de esta forma tan consciente, es una consciencia ambiental aumentada y auténtica.